En el antiguo paleolítico, el ser humano podía ser víctima de innumerables amenazas, cualquier ruido podía alertar de un posible depredador. En ese mismo momento aumentaba el ritmo cardíaco, las pupilas se dilataban para mejorar la visión y la respiración era más agitada. El rendimiento aumentaba, estando preparado para el ataque o la huida.
Actualmente los motivos han cambiado, pero en situaciones de estrés o riesgo, los mamíferos continuamos generando de forma natural hormonas producidas por las glándulas internas del sistema endocrino, estás hormonas reciben el nombre de catecolaminas.
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