Cada año 34 millones de resonancias magnéticas (MR) y la mitad de los aproximadamente 76 millones de exámenes de imágenes tomográficas computarizadas (CT) incluyen el uso de medios de contraste intravenoso.[1]
En la gran mayoría de estas resonancias la administración de contraste se realiza por vía periférica, pero ¿qué sucede con los pacientes en los qué el acceso periférico está desaconsejado?
Para poder analizar el uso de los medios de contraste debemos remontarnos a 1895 con el descubrimiento de los rayos X.
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