El agua es el principal componente del cuerpo humano. Estando formado por un 80% de agua al nacer y entre el 50-65% en la edad adulta. Aproximadamente un 65% de dicha agua se encuentra en el interior de las células, y el resto circula en la sangre y baña los tejidos.
Es tan importante que no podríamos estar más de cinco o seis días sin beber agua sin poner en riesgo nuestra vida.
El cuerpo humano requiere un equilibrio constante de los niveles de nutrientes, oxígeno y agua. Este balance se puede ver alterado fácilmente por una enfermedad o lesión, provocando deshidratación o hipoperfusión lo que reduce la absorción de oxígeno y disfunción orgánica, siendo fundamental corregir este desequilibrio.
Todos los días llegan a los hospitales pacientes críticos en shock que precisan la reanimación con fluidos para su supervivencia, independientemente de la causa que haya ocasionado su estado.
Existen diferentes soluciones en el mercado para su administración intravenosa, no obstante, a diario se plantean dudas sobre qué tipo de fluido es el más aconsejable para un enfermo en particular, ya que aparentemente no cuentan con muchas diferencias.
A pesar de ello, los efectos sobre la hemodinámica y homeostasis del paciente son significativamente diferentes.
Entonces, ¿Qué fluido debería administrar para la reanimación de un paciente crítico?
Actualmente nos encontramos con diferentes cristaloides y coloides disponibles que pueden administrarse en este tipo de escenarios clínicos, tanto sintéticos como naturales.
Estas soluciones son empleadas con el fin de reponer líquidos perdidos, por ello, en caso de que un paciente presente deshidratación, es preciso reemplazar el mismo.
Con este fin se pueden emplear diferentes soluciones como cristaloides o coloides.
Cristaloides
Los cristaloides son sólidos con apariencia de cristal que contienen agua, electrolitos y/o azucares en diferentes proporciones. Estas soluciones pueden ser isotónicas, hipotónicas o hipertónicas con respecto al plasma.
Los cristaloides de los líquidos orgánicos son:
- Glucosa
- Urea
- Creatinina
- Aminoácidos
- Encimas
- Hormonas
En medicina, un cristaloide es un liquido que se suministra con agua e iones de sodio para mantener el gradiente de presión osmótica entre los comportamientos extravasculares e intravascular.
Los cristaloides se emplean como fluidos de mantenimiento para promover el flujo de orina y para corregir la deshidratación y pérdida de líquido. Debido a vómitos, diarreas, obstrucción intestinal aguda o a pérdidas renales o extrarrenales.
Algunos de los cristaloides más empleados en terapia intravenosa son:
- Solución salina normal al 0,9% o suero fisiológico
- Solución salina hipertónica del 3% al 5% de cloruro de sodio.
- Solución de Ringer Lactato. Imita la composición del líquido extracelular comúnmente sujeto por los anestesistas en cirugías.
- Solución de dextrosa al 5%
- Solución Plasmalyte parecido al Ringer Lactato, con presencia de iones de magnesio, acetato y gluconato.
- Suero glucosado. Contiene un 5% o un 10% de glucosa.
- Suero glucosalino. Contiene a la vez un 0,45% de cloruro sódico y 5% de glucosa.
Coloides
El término “coloide” proviene de la raíz griega Kolas que significa “que puede pegarse” hace referencia a su tendencia espontanea para agregar o formar coágulos.
Los coloides son partículas de alto peso molecular que atraviesan con dificultad las membranas capilares, de forma que son capaces de aumentar la presión oncótica plasmática y retener agua en el espacio intravascular.
Los coloides se dividen a su vez en sintéticos como gelatinas, almidones y dextranos y naturales como la albúmina.
Producen efectos hemodinámicos más rápidos y sostenidos que los cristaloides, precisándose menos volumen que cuando se administran soluciones cristaloides.
Ambos fluidos, cristaloides y coloides se pueden utilizar para la reposición de líquidos, tanto en conjunto como por separado, ello dependerá del estado del paciente y sus características, así como los efectos necesarios para la recuperación del enfermo.
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