Los avances científicos y del conocimiento en el área de la neonatología, han permitido que cada vez sobrevivan recién nacidos más pequeños, de menor edad gestacional y peso, con patologías cada vez más complejas (1). Por ello, en las últimas décadas, se ha producido un desarrollo tecnológico evidente en terapia intravenosa en el área de neonatología (2).
Los pacientes de las Unidades de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN) demandan tratamientos más prolongados, infundidos intravenosamente, y la administración de múltiples fármacos analgésicos y/o cardiovasculares, soluciones de heparina, insulina o diuréticos en infusión continua, al mismo tiempo que, la incorporación de nutrición parenteral de forma precoz, a través de un acceso central seguro (2,3).
En este contexto, el catéter central de inserción periférica (PICC) se creó para atender las demandas terapéuticas de los neonatos críticamente enfermos (2). El uso (PICC) ha sido un procedimiento común en las UCIN desde que Shaw lo introdujo en 1973. Desde entonces se ha convertido en la opción más efectiva, sobre todo, al tratarse de una técnica menos invasiva que ofrece diámetros más acordes al tamaño de las venas si los comparamos con los catéteres venosos centrales tunelizados e insertados quirúrgicamente.
Ambos son métodos válidos, pero el PICC es menos costoso y no requiere de una intervención quirúrgica para su colocación (3,4). Supone un riesgo menor en la inserción y presenta altas tasas de éxito, especialmente, si se coloca cerca del área torácica (1,5). El acceso periférico en el punto de inserción y la facilidad para mantener el catéter en su lugar permiten cambios posturales más seguros que las líneas umbilicales, subclavias y/o femorales (3). Además, el PICC, está asociado con menores tasas de infección y presenta menos dificultades de canulaciones de venas periféricas para administrar múltiples medicamentos potencialmente incompatibles (3,5).
MULTIINFUSIÓN Y DOLOR
La introducción de los PICC dentro de los accesos vasculares neonatales supuso una revolución. A pesar de esto, son todavía muchos los retos planteados para la terapia intravenosa de estos pequeños pacientes. El equipo asistencial encuentra el mayor de los desafíos a la hora de implementar la terapia medicamentosa de forma eficaz al mismo tiempo que garantiza la menor exposición al dolor, estrés y complicaciones médicas e infeccionas al recién nacido (6). Por este motivo, es esencial una correcta elección del dispositivo de acceso vascular basada en la evaluación de las condiciones clínicas y necesidades medicamentosas del paciente (2).
Los pacientes de las UCIN requieren más de un acceso venoso para administrar múltiples fármacos de manera simultánea y soluciones de nutrición parenteral de alta osmolaridad. En algunos casos, el cateterismo de los vasos umbilicales falla, no está indicado o la necesidad de múltiples infusiones surge después de los primeros días de vida. Las prácticas habituales en estas situaciones consisten en la multipunción de diversas venas periféricas (3).
Sin embargo, ha quedado científicamente probado que los niños sometidos a la punción venosa periférica de repetición presentan señales emocionales, físicas y fisiológicas que pueden ser perjudiciales al proceso de crecimiento y desarrollo produciendo una regresión en sus habilidades y competencias (7).
Las guías recomiendan que en aquellos pacientes que reciben dos tratamientos a la vez se valore la inserción de catéteres de dos luces con el objetivo de evitar la multipunción y asegurar que la Nutrición Parenteral dispone de una luz dedicada en exclusiva a su administración (7,8).
BENEFICIOS DEL PICC DE DOBLE LUZ EN NEONATOS
El catéter central de doble lumen de inserción periférica es, no obstante, una tecnología reciente en las unidades neonatales (4). Por ese motivo, son todavía muchas las incógnitas que plantea en profesionales sanitarios a la hora de elegirlo.
Como se ha expuesto anteriormente, ofrece una solución segura, en la que se evita la multipunción y las consecuencias asociadas a ésta, la necesidad de infundir fármacos incompatibles entre sí en la luz del catéter, así como fórmulas de nutrición parenteral (2,3).
Se trata de una tecnología menos invasiva que permite un uso racionalizado de los accesos venosos y facilita la disponibilidad futura de venas centrales y presenta una mayor vida útil durante la infusión de fármacos que el recién nacido necesita (2,3). Cabe destacar que, además, el PICC de doble luz puede utilizarse en bebés de muy bajo peso al nacer, en algunos estudios, incluso, ha sido probado en recién nacidos de menos de 1000 gr. (3).
MANEJO DE LA COMPLICACIONES
Los estudios analizados para la realización de este artículo coinciden en que la incidencia de complicaciones los PICC de doble luz es superior a los de un solo lumen, reforzando la hipótesis de que con un mayor número de luces aumentan las puertas de entrada a la infección del torrente sanguíneo (2,6).
Sin embargo, la aplicación de medidas asépticas estrictas disminuye notablemente el riesgo de infección (3). La prevención de infecciones relacionadas con el uso de PICC es esencial y requiere de una educación inicial y continua de los profesionales de la salud que se encargan de colocar y cuidar diariamente de los catéteres. La adopción de un correcto protocolo podría eliminar, pues, las complicaciones de sepsis asociadas a este tipo de dispositivos y no supondrían un problema a la hora de la elección del catéter (3,6).
Por otro lado, es importante tener en cuenta que los PICC están asociados a complicaciones comunes como el edema local y la flebitis. No obstante, no existen diferencias significativas en los resultados comparados sobre la incidencia de estos riesgos entre los catéteres de una luz y dos luces.
Cabe destacar que los PICC neonatales de una sola luz, sobre todo en aquellos que se utilizan para la infusión de múltiples soluciones intravenosas, debido a la interacción de los fármacos, presentan una mayor ocurrencia de rotura y obstrucción del catéter (3,6). Evitar la manipulación excesiva y el cuidado correcto de las curas podía minimizar la incidencia de estas complicaciones (6). El catéter de dos luces es de poliuretano y este material presenta más rigidez que la silicona (inserción más fácil), una alta resistencia química, maleabilidad, bioestabilidad y también baja trombogenicidad gracias a sus paredes más finas y diámetro interno. Este catéter permite obtener una velocidad adecuada en la infusión de soluciones y aumenta tiempo de permanencia en el paciente (2).
CUANDO UTILIZAR UN PICC DE DOBLE LUZ
El catéter periférico de doble lumen es una buena opción de acceso vascular central y seguro para los neonatos, incluso, para aquellos con muy bajo peso al nacer (4).
La elección del catéter debe ser consensuada entre el equipo médico y la enfermería (1). Es de extrema importancia que el enfermero conozca los dispositivos disponibles, evalúe al paciente y considere la terapia farmacológica prescrita, para que así, pueda escoger el tipo de PICC más apropiado siempre contribuyendo a minimizar el sufrimiento del neonato (2,6).
El neonato está sometido a múltiples procedimientos dolorosos que causan estrés, es obligación del profesional evitar todos aquellos procedimientos que puedan aumentar su sufrimiento y que contribuyen a un desarrollo anormal del recién nacido. Por ese motivo y tras una evaluación cuidados de las indicaciones, no todos los pacientes neonatales tienen las mismas necesidades y, por tanto, son susceptibles de la inserción de este dispositivo, es recomendable el uso de un PICC de doble luz cuando se requiera de un acceso vascular seguro para recibir simultáneamente nutrición parenteral y otras terapias incompatibles a largo plazo.
Pero, para ello, es esencial la existencia de una enfermería entrenada que asegure el monitoreo de este tipo de dispositivos vasculares, que se adhiera al procedimiento de inserción y manipulación y que sea capaz de actuar ante las primeras señales de complicaciones que pongan en riesgo el bienestar del paciente (3,6)
BIBLIOGRAFÍA
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