Entendemos la terapia intravenosa como el tratamiento que consiste en la administración de fluidos diversos al paciente mediante el empleo de accesos vasculares insertados en venas o arterias, ya sea de forma central o periférica. Sin embargo, esta definición estricta ha ido evolucionando desde su origen en el siglo XVII, adaptándose a las necesidades clínicas de profesionales y pacientes. En este contexto, surge también la preocupación por el agotamiento venoso, una complicación relevante asociada al uso reiterado de accesos, especialmente en poblaciones vulnerables como los neonatos.

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