En noviembre de 2013 decidimos adoptar un nuevo método de gestión: La Dirección por Misiones. Esta propuesta de Pablo Cardona y Carlos Rey prometía moldear una empresa de alto rendimiento poniendo el foco sobre el bienestar de sus empleados y de la sociedad. Una empresa benevolente de verdad, una empresa humanista.
Dado que nos dedicamos al diseño, fabricación y distribución de material médico-quirúrgico, fue bastante obvio que nuestro servicio a la sociedad iba a ser dirigido a un grupo de interés muy próximo al corazón de nuestra actividad empresarial: los pacientes.
Nos fijamos como misión mejorar la estancia hospitalaria de los pacientes y sus acompañantes. Queríamos generar sonrisas en la gente que tiene que dejar su vida para curarse.
Nos pusimos a estudiar cómo podíamos cumplir con este objetivo y tomamos conciencia de la increíble cantidad de ONG, fundaciones, asociaciones que hacen una labor increíble cada día en nuestro país para mejorar las vidas de nuestros pacientes. Por aquí, íbamos a aportar poco.
También nos dimos cuenta de que se estaba haciendo muy poco para transformar la realidad de sus cuidadores, nuestros profesionales sanitarios. Investigando descubrimos que las tasas de cansancio psico-social era muy elevadas y que el colectivo estaba sufriendo. Y surgió una pregunta obvia: ¿Cómo van a poder generar sonrisas en los hospitales los profesionales sanitarios si ellos mismos están sufriendo?
Así que decidimos que, para cumplir con nuestra misión, lo mejor era cuidar de los que cuidan. Y lo íbamos a hacer ayudando a generar un mejor ambiente psico-social en los hospitales, mejorando la cultura corporativa de nuestras organizaciones sanitarias.
La idea parecía buena pero solo había un pequeño problema… ¿Y cómo le damos dinero a una causa así? La cultura corporativa de un hospital es algo intangible y además… ¿íbamos a intervenir solo en un hospital?
Por otra parte, sentíamos que dar dinero no podía ser la solución. El hecho de que el CEO extienda un cheque para una buena causa puede generar orgullo de pertenencia entre sus empleados pero en todo caso no consigue que se sientan parte de este esfuerzo. Así desaparece irremediablemente ese sentimiento de contribución a la misión común.
El origen de los Premios Hospital Optimista
Decidimos que teníamos que actuar, convertirnos en agentes del cambio para ello, apostamos por enfocar lo positivo, poner en valor lo que sí funciona en nuestro país y hacer jugar también un poquito la envidia sana, la que estimula cuando ves que el hospital vecino es reconocido por un logro que tu no has conseguido.
Para ello, creamos unos premios nacionales que hacen sentirse especiales a los héroes anónimos que pueblan nuestros hospitales. Aquellos que transforman la cultura de los servicios donde trabajan. Unos Premios que reconocen la salud psicosocial de los mejores equipos de nuestro país. Unos premios que han atraído más de 800 candidaturas desde el año 2015. Unos premios que sirven de inspiración para los Hospitales Españoles para transformarse en lo que hemos llamado Un HOSPITAL OPTIMISTA.
Este éxito increíble nos ha llevado a una nueva fase del proyecto con el nacimiento de la Fundación Hospital Optimista, con la que buscamos aportar herramientas formativas para desarrollar dichas iniciativas y continuar nuestra labor transformadora.
¿Qué hemos aprendido?
Cocer está bien
La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) debería ser una obligación moral para todas las empresas. Las empresas viven de los servicios que venden a la sociedad. Es justo que devuelvan este favor ayudando a la sociedad.
Enriquecer está mejor
La RSE es una palanca única de motivación y unión del equipo cuando se fija un reto de transformación de la sociedad. Activa la motivación trascendente. Una fuente de motivación mucho más duradera que la motivación extrínseca o que la motivación intrínseca. Claro está que para movilizar el equipo hacía este reto es preciso mover antes muchas piezas del puzle de la gestión empresarial, pero esto es otro tema.
Y tú… ¿Cueces o enriqueces?
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