Un alto porcentaje de los pacientes hospitalizados son portadores de algún dispositivo de acceso vascular, que posibilita el acceso al torrente sanguíneo y permite la administración de sueroterapia y tratamiento intravenoso, así como la extracción de muestras sanguíneas. Sin embargo, el uso de estos dispositivos conlleva un riesgo significativo de infecciones nosocomiales, riesgo que puede reducirse considerablemente mediante la técnica ANTT, un enfoque estandarizado que garantiza la manipulación aséptica del acceso vascular.

La terapia intravenosa (TI) es el procedimiento invasivo más frecuente en los hospitales. Según la FDA (Food and Drug Administration) de EE. UU., la TI está asociada con hasta 250 complicaciones diferentes. Estas complicaciones suelen deberse a la variabilidad en los criterios de mantenimiento y sustitución de catéteres y las medidas de higiene en la zona de punción.

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