Heparina en catéteres centrales en neonatos: ¿Aliada o riesgo innecesario?

Por Maria Ramón Llácer

25 Jul, 2025

El uso de catéteres centrales en neonatología es una práctica indispensable para el manejo terapéutico de neonatos prematuros, con bajo peso al nacer o condiciones clínicamente inestables. Históricamente, la heparina se ha empleado como agente profiláctico para mantener la permeabilidad de estos dispositivos. Sin embargo, su uso en la población neonatal ha sido objeto de debate debido a los riesgos potenciales asociados. Este artículo analiza críticamente la evidencia actual sobre la eficacia y seguridad de la heparina en catéteres centrales neonatales, explora alternativas terapéuticas emergentes y ofrece recomendaciones basadas en guías clínicas y revisiones sistemáticas recientes.

¿Qué aprenderás en este artículo?

  • Evaluar riesgos y beneficios del uso de heparina en neonatos.
  • Aplicar criterios clínicos para su uso selectivo.
  • Identificar riesgos: hemorragias, TIH, anticoagulación sistémica.
  • Conocer alternativas seguras: solución salina, taurolidina, citrato.
  • Priorizar protocolos basados en evidencia.
  • Fomentar un enfoque individualizado y racional.
  • Optimizar el manejo de catéteres centrales en neonatología.

En el ámbito de los cuidados intensivos neonatales, el acceso venoso central representa una herramienta esencial para la administración de soluciones hiperosmolares, medicamentos, nutrición parenteral y productos hemoterápicos, así como para la monitorización hemodinámica. Entre los dispositivos utilizados se encuentran los catéteres venosos centrales (CVC), los catéteres centrales de inserción periférica (PICC) y los catéteres umbilicales (arteriales y venosos). Su empleo, aunque indispensable, conlleva el riesgo de complicaciones como trombosis, infecciones y oclusiones mecánicas.

La práctica habitual durante décadas ha sido mantener estos catéteres con infusión o lavado de heparina a baja dosis. El objetivo: evitar trombosis, mantener la permeabilidad y prolongar su utilidad clínica. Sin embargo, ¿Cómo de respaldada está esta práctica en neonatología? ¿Es la heparina una aliada inofensiva o una intervención con más riesgos que beneficios? A pesar de su uso extendido, la evidencia en neonatos sigue siendo escasa y en algunos casos contradictoria [1,6,14].

¿POR QUÉ SE HEPARINIZAN LOS CATÉTERES?

La heparina, es un anticoagulante que actúa inhibiendo la trombina mediante la potenciación de la antitrombina III, es por esto por lo que ha sido utilizada con el objetivo de mantener la permeabilidad de estos catéteres. En neonatología, su uso se ha consolidado tradicionalmente por la creencia de que reduce el riesgo de trombosis luminal y obstrucciones, extendiendo la vida útil del dispositivo. Sin embargo, su aplicación está siendo reevaluada a la luz de nuevas investigaciones que cuestionan su seguridad y efectividad sistémica [1].

Su uso clínico en catéteres centrales en neonatología busca: prevenir la formación de trombos en el lumen del catéter, evitar la obstrucción que interfiere en la administración de tratamientos o extracción de muestras, y mantener el flujo venoso o arterial en catéteres umbilicales. Protocolos como el del SESCAM [13] y la SENEO [14] recomiendan el uso de heparina en concentraciones bajas (0,5–1 UI/ml), especialmente cuando: el catéter no se utiliza de forma continua, se requiere extraer muestras de sangre a través del CVC, o se trata de un CAU que permanece durante más de 24 horas.

Protocolos como el de SESCAM y SENEO recomiendan el uso de la heparina en concentraciones bajas (0,5-1 Ul/ml)

¿QUÉ BENEFICIOS REALES APORTA LA HEPARINA?

La fisiopatología del trombo en neonatos está influenciada por la inmadurez del sistema hemostático. A pesar de que estos pacientes presentan niveles bajos de factores procoagulantes y anticoagulantes, el riesgo de trombosis sigue siendo clínicamente relevante, especialmente cuando se introducen cuerpos extraños como los catéteres [8].

La heparina, al unirse a la antitrombina III, inhibe la acción de las serin-proteasas involucradas en la cascada de coagulación. Este mecanismo ha sido la base para su aplicación en neonatos, donde se busca evitar la formación de trombos intraluminales, mejorar la funcionalidad del catéter y facilitar la administración de tratamientos sin obstrucciones.

Una revisión sistemática Cochrane [1] evaluó la eficacia de la heparina para prevenir la oclusión de catéteres periféricos en neonatos. Los resultados mostraron una reducción significativa del riesgo de oclusión, con un número necesario a tratar (NNT) de 9. Sin embargo, no se hallaron diferencias significativas en la incidencia de sepsis asociada a catéteres ni en la aparición de trombosis venosa sistémica.

Estudios más recientes respaldan parcialmente estos hallazgos. Chen et al. [3], en un ensayo clínico aleatorizado, compararon el uso de heparina a baja dosis frente a la solución salina normal en CAU y concluyeron que la heparina reduce la tasa de oclusiones pero no mejora otros desenlaces clínicos relevantes. Smith et al. [15] también encontraron que, aunque la heparina puede mantener la permeabilidad del catéter, su uso sistemático no está justificado en todos los pacientes neonatales.

RIESGOS ASOCIADOS A LA HEPARINA

El perfil de seguridad de la heparina en el paciente neonatal requiere especial atención. Entre las complicaciones descritas se incluyen: hemorragias, incluyendo hemorragia intraventricular, particularmente en prematuros con coagulopatías subyacentes [7]; trombocitopenia inducida por heparina (TIH), una complicación inmunomediada poco frecuente pero potencialmente letal [16]; anticoagulación sistémica inadvertida, incluso a dosis consideradas profilácticas; e interacciones farmacológicas al compartir el mismo acceso con otros medicamentos.

González et al. [6], en un estudio de cohorte prospectivo, documentaron eventos tromboembólicos en neonatos con CAU heparinizados, lo que sugiere que el beneficio no es universal y puede depender del perfil de riesgo individual del paciente.

ALTERNATIVAS A LA HEPARINA

Ante los riesgos identificados, han surgido diversas estrategias para mantener la funcionalidad de los catéteres sin recurrir sistemáticamente a la heparina. Estas alternativas no sólo buscan preservar la permeabilidad del dispositivo, sino también reducir el riesgo de infecciones asociadas al acceso vascular y evitar efectos adversos sistémicos en neonatos:

  • Solución salina al 0,9%: La irrigación con solución salina normal, particularmente mediante la técnica “push-stop-push», se ha consolidado como una opción segura y eficaz para mantener la permeabilidad sin riesgo de anticoagulación sistémica. Esta técnica crea una turbulencia que impide la formación de depósitos de fibrina. Ullman et al. [17] respaldan su uso en entornos neonatales, y tanto SENEO [14] como INCATIV [5] lo recomiendan como primera elección para accesos de uso frecuente.
  • Taurolidina al 2%: Además de prevenir obstrucciones, la taurolidina tiene propiedades antimicrobianas y anti-biofilm. Actúa eliminando bacterias y hongos y evitando la formación de biofilm, sin generar resistencia como los antibióticos. Se usa comúnmente como solución de sellado en catéteres, sobre todo en pacientes de alto riesgo, como los neonatos o inmunodeprimidos. Estudios recientes, como el de Savarese et al. [12], avalan su eficacia en la reducción de bacteriemias asociadas a catéteres (BRC) sin eventos adversos sistémicos relevantes.
  • Citrato de sodio (4%): Aunque su aplicación en neonatología es limitada, su uso en adultos y en contextos de hemodiálisis ha demostrado una doble acción antitrombótica y antimicrobiana. Su empleo en neonatos se reserva a contextos como terapia de reemplazo renal o ECMO, debido al riesgo de hipocalcemia y toxicidad si se extravasa [10].
  • Catéteres impregnados con antimicrobianos: Estos dispositivos recubiertos con agentes como minociclina, rifampicina o taurolidina han demostrado reducir significativamente las tasas de infección en pediatría. Aunque la evidencia neonatal es aún limitada, los resultados preliminares son alentadores. Bayoumi et al. [2] mostraron una reducción en la tasa de CLABSI (Central Line-Associated Bloodstream Infection) en neonatos con PICC impregnados.
  • Soluciones combinadas: El uso de solución salina con heparina en concentraciones mínimas (0,25–0,5 UI/mL) se mantiene en algunos protocolos para situaciones específicas, como catéteres que no se utilizan de forma continua o tras extracciones de sangre. Esta práctica puede ofrecer un equilibrio entre eficacia y seguridad si se realiza bajo estricta monitorización clínica y considerando la situación hemostática individual del neonato.

RESULTADOS DE LA BÚSQUEDA BIBLIOGRÁFICA

Se revisaron múltiples fuentes actualizadas, incluyendo revisiones Cochrane [1], protocolos clínicos nacionales (SENEO [14], INCATIV [5], SESCAM [13]), artículos de investigación y revisiones sistemáticas. La búsqueda se centró en estudios publicados desde 2015 hasta 2025, con especial énfasis en evidencia neonatal.

La mayoría de los estudios coinciden en que la heparina puede reducir la oclusión intraluminal, pero no disminuye el riesgo de sepsis ni trombosis sistémica [1,3,15]. Existen alternativas con mejor perfil de seguridad y eficacia comprobada en prevención de infección, como la taurolidina [12]. También se identificaron lagunas en la evidencia clínica, especialmente en neonatos de muy bajo peso y en contextos como ECMO y nutrición parenteral prolongada [10,6].

RECOMENDACIONES PRÁCTICAS PARA EL ENTORNO NEONATAL

  • Priorizar la solución salina 0,9% para el mantenimiento de catéteres siempre que sea posible.
  • Reservar el uso de heparina a situaciones concretas, como CAU, extracciones de sangre o catéteres no utilizados de forma contínua.
  • Considerar el uso de taurolidina en neonatos con riesgo elevado de BRC.
  • Monitorizar activamente signos de sangrado o complicaciones relacionadas si se utiliza heparina.
  • Evaluar diariamente la necesidad del catéter para reducir el tiempo de permanencia y riesgo de complicaciones.

CONCLUSIÓN

La práctica clínica en neonatología exige una evaluación constante de las intervenciones terapéuticas tradicionales a la luz de la evidencia científica emergente. En este contexto, el uso de heparina para el mantenimiento de catéteres centrales debe ser revalorado, especialmente considerando su escaso impacto sobre desenlaces sistémicos y el potencial riesgo de efectos adversos graves en una población tan vulnerable como la neonatal.

La heparina demuestra una eficacia moderada en la prevención de obstrucciones luminales, pero no reduce la incidencia de trombosis sistémica ni de infecciones relacionadas al catéter [1,3,15]. Por tanto, no debe considerarse un recurso universal, sino una herramienta a emplear de forma selectiva. Las alternativas como la solución salina y la taurolidina ofrecen un perfil de seguridad más favorable, y su implementación ha demostrado ser igual o más eficaz en la prevención de eventos adversos relacionados con catéteres [12,17].

La toma de decisiones clínicas debe basarse en una valoración individualizada del paciente, considerando factores como edad gestacional, peso, duración prevista del acceso, exposición previa a antibióticos y presencia de coaguladas. Además, la formación continua del personal sanitario y la implementación de protocolos basados en evidencia son esenciales para op9mizar el manejo de los accesos centrales en neonatología.

El futuro apunta a un abordaje más racional, personalizado y seguro del uso de agentes anticoagulantes y antimicrobianos en neonatos, priorizando intervenciones de alta eficacia y bajo riesgo. Como profesionales comprometidos con la seguridad del recién nacido, es imperativo actualizar las prácticas clínicas a la luz del conocimiento actual, fomentando una cultura de mejora continua en el cuidado neonatal.

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BIBLIOGRAFÍA

  1. Barrington, K. J., & Sankaran, K. (2011). Heparin for prolonging peripheral intravenous catheter use in neonates. Cochrane Database of Systema2c Reviews, (4), CD002774. htps://doi.org/10.1002/14651858.CD002774.pub2
  2. Bayoumi, M. A. A., van Rens, M. F. P. T., Chandra, P., Masry, A., D’Souza, S., Khalil, A. M., et al. (2022). Does the an9microbial-impregnated peripherally inserted central catheter decrease the CLABSI rate in neonates? Fron2ers in Pediatrics, 10, 1012800. htps://doi.org/10.3389/fped.2022.1012800
  3. Chen, L., et al. (2024). Comparison of Normal Saline Flush Versus Low-Dose Heparin for Umbilical Arterial Catheter Patency in Neonates: A Randomized Controlled Trial. Neonatology.
  4. Faunes Pérez, M., González Morandé, Á., Pérez Arriarán, M. E., et al. (2021). Factores de riesgo asociados a complicaciones de catéteres centrales de inserción periférica en recién nacidos. Andes Pediátrica, 92(5), 710–717. htps://doi.org/ 10.32641/andespediatr.v92i5.3526
  5. González, M., et al. (2021). Incidence of Thromboembolic Events in Neonates with Heparinized Umbilical Arterial Catheters: A Prospective Cohort Study. Archives of Disease in Childhood – Fetal and Neonatal Edition.
  6. INCATIV. (2023). Documento de consenso pediátrico. htps://incativ.org/wp- content/uploads/2023/08/DOCUMENTO-INCATIV-PEDIATRICO-2023.pdf
  7. Li, P., et al. (2023). Risk of Hemorrhage Associated with Heparin Infusion in Neonatal Umbilical Arterial Catheters: A Meta-Analysis. Pediatrics.
  8. Morales-Álvarez, C. T., Cárdenas-Rodríguez, M. L., Moreno González, M. M., & Herrera Paredes, J. M. (2020). Neonato con terapia intravenosa: una revisión de la literatura dirigida a la prevención de riesgos. Sanus, 5(13), e151. htps://doi.org/ 10.36789/sanus.vi13.151
  9. Piyruti, M., Hamilton, H., Biffi, R., MacFie, J., & Pertkiewicz, M. (2016). ESPEN guidelines on parenteral nutrition: central venous catheters (access, care, diagnosis and therapy of complica9ons). Clinical Nutri2on, 35(2), 247–267. htps://doi.org/10.1016/j.clnu.2016.01.020
  10. Rodriguez, A., et al. (2019). Alternative Anticoagulants for Vascular Catheter Patency in Neonates: A Review of Current Evidence. Clinics in Perinatology.
  11. Savarese, A., et al. (2024). Taurolidine lock solutions in neonates: A novel approach for catheter-associated bloodstream infections. Journal of Hospital Infection.
  12. SESCAM. (2021). Protocolo de manejo de accesos venosos centrales en Neonatología. Servicio de Salud de Cas9lla-La Mancha.
  13. SENEO. (2023). Protocolos de la Sociedad Española de Neonatología. htps:// www.seneo.es/index.php/publicaciones/protocolos-de-la-seneo-2023
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