La piel del neonato es fundamental en su adaptación a la vida extrauterina. Es un órgano complejo y dinámico que cumple una serie de funciones vitales que permiten el desarrollo correcto del recién nacido.
La dermis de un neonato es delgada y la barrera protectora presenta un menor grado de desarrollo. La vulnerabilidad de este órgano es todavía mayor en recién nacidos prematuros donde se incrementa el riesgo de sufrir lesiones.