Cuando nos enfrentamos a un paciente en shock, no basta con actuar: hay que saber cómo y cuándo hacerlo. La monitorización hemodinámica se convierte así en nuestra brújula clínica, permitiéndonos entender qué está fallando y cuál debe ser el siguiente paso terapéutico.

Pero ¿cómo elegir la herramienta adecuada en cada fase del shock? ¿Qué sistema nos ofrece la información más fiable y útil en tiempo real? Y, sobre todo, ¿cómo evitar el sobretratamiento o las decisiones a ciegas?

En este artículo, te proponemos escalar el tratamiento del shock desde una perspectiva práctica y adaptativa, basada en el concepto de monitorización hemodinámica dinámica. Aprenderás a orientar la monitorización según el momento clínico del paciente y a integrar múltiples fuentes de información para una toma de decisiones más precisa.

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