En Montilla, Córdoba, nació un 10 de noviembre de 1684, Francisco Solano Luque, a quien apodarían sus coetáneos como «el pulsista».
Su vocación le llevo a mudarse a Granada a los 20 años, donde alcanzaría el título de Bachiller en Filosofía y en Medicina. Solano terminó su licenciatura realizando dos años de prácticas junto al médico y profesor José Pablo Fernández.
Es precisamente durante estos años cuando, al observar de cerca el pulso de los pacientes, comienza a disentir sobre las teorías galénicas, que en aquellos momentos tenían gran influencia en la medicina.
Ya licenciado, Solano se establece en Íllora, un pueblecito de Granada donde, además del cuidado de sus enfermos, prosigue con sus investigaciones.
El pulso según Galeno
En el s. XVII la enseñanza y la práctica médica habitual estaban influenciadas por las teorías galénicas. Por ello, no es de extrañar que, el punto de partida de los estudios del Dr. Solano Luque, sean los escritos de Galeno.
Galeno nació en Pérgamo, actual Turquía, en el año 129 d.C. y fue médico de gladiadores, de emperadores (Marco Aurelio y Cómodo) y de la aristocracia romana.
Sus estudios sobre el pulso marcaron un antes y un después en la historia de la medicina.
Únicamente sirviéndose de la observación, Galeno en su libro III, titulado «Sobre las causas en los pulsos», consigue describir diversas razones que pueden alterar el pulso, y establece un diágnostico para cada uno de ellos.
Ya lo habían examinado tres médicos al amanecer; le habían tomado el pulso; y estuvieron de acuerdo en que esto aparentemente era el comienzo de un ataque de enfermedad. me ordenó (el emperador) que le tomara el pulso. Me pareció que su pulso, comparado con la norma general para cada edad y constitución, estaba lejos de mostrar el inicio de un ataque de una enfermedad, por lo que dije que no había ningún ataque de fiebre – Galeno, pronóstico 2
En estas líneas, Galeno quiere evidenciar la importancia de conocer el pulso normal de los pacientes para poder detectar posibles variaciones. En sus estudios deja patente la importancia del tacto y de un conocimiento extenso del cuerpo humano, para poder anticiparse y tratar posibles enfermedades.
Solamente parte de estos escritos llegarían a manos de Solano, construyendo sus teorías principalmente, al igual que el propio Galeno, sobre la experiencia.
Francisco Solano, reformador escéptico
Para Francisco Solano no era suficiente aplicar las teorías de médicos predecesores como Galeno. Él entendía la medicina como una intervención que requería una evaluación individualizada, la cual precisaba de observación y experiencia.
Desde su punto de vista, los médicos que actuaban de esta forma, entre los que él mismo se incluía, eran «reformadores escépticos», en contraposición a los médicos dogmáticos, que se limitaban a aplicar razonamientos teóricos.
Las teorías de Solano también se nutren de antiguas ideas de Hipócrates, las cuales dicen que el médico es un servidor de la naturaleza y debe conocer su idioma, el cual se manifiesta a través del pulso, el «Lapis Lydos» de la medicina, es decir, la piedra de toque.
Diagnóstico, pronóstico y tratamiento según Solano
La publicación que recorrería Europa y le posicionaría como médico y científico de referencia recibía el nombre de «Lapis Lydos Apollinis». Este peculiar título significaba: Piedra de toque de Apolo.
Este volumen no era un tratado sobre el pulso, de hecho, este punto solo ocupa una pequeña parte de las cuatrocientas páginas que formaban el libro.
En este manuscrito se evidencia la gran formación que tenía Solano, conocía todos los clásicos, para Hipócrates, Avicena, Vallés e incluso Galeno, solo tiene palabras de admiración.
Para Solano, los errores estaban en los profesores y médicos practicantes, los cuales no sabían interpretar correctamente los escritos de los grandes «príncipes de la medicina» como él se refería a los autores clásicos.
Su forma de pensar queda clara en sus escritos, para él, la observación y la experiencia eran pilares fundamentales de la medicina y no podían ir separados de una escucha activa de la naturaleza, ya que por ella misma era capaz de vencer la mayoría de las enfermedades y solo en los casos más graves necesitaría la intervención de un médico, que actuaría como ayuda; aunque, nunca como sustituto.
el cuándo no se ha de obrar, es el punto crítico del arte médico. el cuándo de la naturaleza es el enigma más sagrado del arte. – Francisco Solano Luque, Lapis Lydos Apollinis
Según deja escrito en este volumen, el verdadero trabajo del médico es buscar índices pronósticos de la evolución de la enfermedad, que le permitan intuir la necesidad o no de terapia. Y esta búsqueda, debe realizarse escuchando las manifestaciones de la naturaleza, es decir, mediante la observación del paciente.
Para exponer sus ideas, presenta diferentes casos de pacientes, expone su sintomatología y observa el cambio en sus pulsos, dependiendo de éste, realiza un diagnóstico y toma decisiones sobre los posibles tratamientos.
Estas ideas serían perfeccionadas en la que fue su obra póstuma, más centrada en el pulso, «Observaciones sobre el pulso», la cual fue editada tras su fallecimiento por uno de sus hijos en 1787.
El pulso según Solano
Tras conocer el proceder de Solano en sus diagnósticos y tratamientos, no es de extrañar, que su fama se extendiera de una comarca a otra, teniendo que desplazarse a distintas poblaciones para atender a enfermos que demandaban sus cuidados.
Pero Solano no sólo aportó una forma de trabajar basada en la experiencia y la observación, también rescató algunas de las obras de Galeno e incluso de otros grandes médicos como Harvey, Vallés o Henríquez. Esta formación le sirvió para seguir avanzando y perfeccionando sus teorías.
Tres son los tipos de pulso que define Solano: pulso dícroto, intermitente e incidens.
Pulso dícroto
Siendo aun estudiante en Córdoba, observó en un paciente lo que conocemos como pulso dícroto. Le surgió la duda de qué implicación tendría éste en el cuadro clínico del paciente, así que le preguntó a su profesor, José Pablo Fernández.
Éste le contestó que esa modificación del pulso y otras igualmente insignificantes, se debían al vapor fuliginoso que contienen las arterias.
La explicación no convenció a Solano, lo que le llevó a seguir investigando.
Lo primero que haría sería definir el comportamiento del pulso dícroto como:
Aquel que, por intervalos, ya más, ya menos largos, hiere dos veces apresuradamente la yema de los dedos, pero el segundo golpe es mucho menor que el primero.
Tras realizar esta definición en «Lapis Lydos Apollinis», Solano expone el caso de un paciente donde observa pulso dícroto, el cual interpreta como una «señal cierta» de hemorragia nasal, por lo que se suspendieron las sangrías.
Pulso intermitente
Tras el descubrimiento del pulso dícroto, Solano prosiguió con sus investigaciones, lo que le llevó a definir el pulso intermitente:
Aquel que, por intervalos, ya más, ya menos largos, se interrumpe o queda en silencio el espacio de una, dos o dos y media pulsaciones.
Según sus escritos, este tipo de pulso precede a diarreas; además, si es intermitente y blando, indicará crisis por orinas, y en caso de ser intermitente y duro será precursor de vómitos abundantes.
Pulso incidens
Solano también detalló en su manuscrito otra de las alteraciones del pulso a la que denominó “incidens”.
Es aquél que, por intervalos, ya más, ya menos largos, se eleva en una, dos, tres o cuatro pulsaciones, excediéndose unas a otras sucesivamente, tanto en altura como en vigor.
Esta alteración tiende a ser blanda e indica futuro sudor crítico. Solano relata una única ocasión donde observó pulso incidens duro en un paciente con ictericia.
Solano desarrolla en profundidad estos tres tipos de pulso, aunque menciona seis e incluso dice haber oído hablar hasta de ocho.
Estas teorías incluidas en Lapis Lydos Apollinis traspasarían fronteras, llegando a manos de toda la Europa culta de la época.
Francisco Solano Luque, el pulsista, conocido en toda Europa
La publicación de Lapis Lydos Apollinis se difunde rápidamente y aporta a su autor una evidente fama en España. Tras seis años de su publicación, la obra, recorre toda Europa.
Se puede decir, que la difusión de esta obra tiene un mecenas, el médico irlandés Jacobo Nihell.
El Dr. Nihell estuvo trabajando un corto periodo de tiempo en Cádiz, como médico de la colonia inglesa. Allí escuchó hablar del pulsista y sus teorías, y quiso saber más. Nihell se presentó como discípulo voluntario de Solano, con quién practicó durante dos meses.
Tan fascinado quedó con su obra que la difundió por toda Europa, llegando a traducirse al inglés, latín, francés, alemán e italiano.
Otros muchos se fijarían en los escritos del médico rural español como Noortwyk, Lavirotte o Clavera, que ayudarían a su difusión, no obstante, sus teorías fueron motivo de polémica contando tanto con defensores como retractores.
Sin duda, Francisco Solano es uno de los grandes investigadores que ha dejado su huella en la medicina. No sólo aportó su teoría sobre el pulso, también una postura clínica avanzada, según la cual hay que prestar atención a las señales que manda el cuerpo de los pacientes antes de actuar y no dejarse guiar solamente por estudios médicos anteriores, si no también servirse de la propia experiencia y observación.
Hoy en día, estas aportaciones pueden resultar básicas, pero en aquella época representaban una revolución. Actualmente contamos con monitores que nos traduce la información presente en la «naturaleza», u organismo del paciente, no obstante, estos dispositivos solamente son un medio, y precisan de un médico experimentado y observador que sepa leer las curvas y las pequeñas alteraciones.
- GALENO Y EL PULSO CARDÍACO
- WILLIAM HARVEY Y LA CIRCULACIÓN SANGUÍNEA
- TERAPIA GUIADA POR OBJETIVOS. ¿CÓMO SABER QUÉ CANTIDAD DE LÍQUIDOS ADMINISTRAR?
- 5 PARÁMETROS FUNDAMENTALES PARA CONOCER LA RESPUESTA HEMODINÁMICA DEL PACIENTE SÉPTICO
[authors users=»aibanez,ravila,fcarrillo»]
0 comentarios
Trackbacks/Pingbacks