Hace unos 60 años, un joven doctor franco-croata tuvo que atender a tres pacientes con los pulmones quemados por un accidente de avión y puso en práctica una técnica innovadora con herramientas muy rudimentarias. Ese médico era Georges Boussignac, y de esta catástrofe aérea nació la CPAP de Boussignac (Continuous Positive Airway Pressure), un dispositivo de ventilación que hoy en día es básico en cualquier hospital o ambulancia. Boussignac falleció el jueves 21 de mayo de 2020, pero su legado seguirá siempre presente en el mundo sanitario.
Boussignac, una historia de tenacidad
La historia del joven Georges Boussignac no es una historia de éxitos y reconocimientos. Es más bien una historia de tenacidad y superación. El doctor estaba en tercero de medicina en su Croacia natal cuando tuvo que abandonar el país por motivos políticos.
Llegó a Francia con su madre sin saber ni una palabra de francés y empezó a trabajar como chico de la limpieza en hospitales y como fontanero. Cuando consiguió ahorrar, volvió a matricularse en la facultad de medicina para estudiar por libre mientras seguía trabajando para poder costear su vida.
Boussignac tuvo que empezar la carrera de nuevo ya que los tres cursos que había superado en Croacia no eran reconocidos en Francia. Y de nuevo, eligió la especialidad de anestesia.
Un accidente de avión desencadenó la creación de la CPAP de Boussignac
Antes de que se construyera el aeropuerto Charles De Gaulle, el principal aeropuerto de Paris era Orly, y allí, en 1973 hubo un accidente de avión en el que murieron 125 personas y solo hubo tres supervivientes.
Georges Boussignac fue uno de los médicos que trabajó para atender a los heridos de este accidente ya que trabajaba en un hospital cercano, y la idea que tuvieron él y sus compañeros de equipo salvó la vida a esas tres personas.
Los tres supervivientes llegaron al hospital con los pulmones quemados. Habían conseguido sobrevivir al accidente porque se habían encerrado en la cabina y se habían protegido de los gases tóxicos y las llamas poniendo toallas mojadas en las ranuras de la puerta.
Hasta la muerte del doctor, los tres supervivientes siguieron visitandole cada año con una botella de champagne para celebrar que están vivos.
La primera CPAP rudimentaria
Cuando llegaron los pacientes al hospital, el jefe del servicio se dio cuenta de que no era posible intubarlos porque su estado era demasiado grave, así que el objetivo era intentar generar una presión positiva continua para sanar sus pulmones sin dañar las vías respiratorias.
En aquel momento los hospitales no contaban con materiales tan sofisticados como hoy en día, así que fabricaron unos dispositivos respiratorios de la forma más rudimentaria. Cogieron bolsas de la compra y las ataron alrededor de las cabezas de los pacientes con gomas de ruedas de bicicleta. La idea era generar unas burbujas de aire herméticas, algo como un casco de oxígeno.
Con bombonas de oxígeno introducían 65 litros/minuto de aire en los cascos herméticos que habían creado y para limpiar el dióxido de carbono generado en la respiración de los pacientes, conectaron los tubos a unos cubos de agua para que el H2O hiciera su efecto. Al cabo de unas semanas, los tres pacientes se habían recuperado.
Las mejores ideas se desarrollan en garajes
Genios y garajes. Estos dos términos que en principio no tienen nada que ver, son hoy indisociables. ¡Que se lo digan a Google, Amazon o Apple! El caso de Georges Boussignac no es diferente. Este médico siempre trabajó en sus ideas y creaciones en el garaje de su casa, donde tenía un taller de bricolaje, y esto mismo es lo que hizo para diseñar la primera CPAP de Boussignac.
El equipo de Boussignac estaba muy satisfecho con la idea que habían tenido, sin embargo, el jefe de servicio estaba algo preocupado por el uso futuro de este sistema, ya que por aquel entonces todo el mundo fumaba en los hospitales y era peligroso tener caudales de oxígeno tan altos funcionando. Además, el caudal de 65 litros/minuto podía ser demasiado agresivo y dañar las mucosas de los pacientes.
Por ello, Boussignac decidió investigar para reducir la cantidad de litros/minuto de oxígeno con el que se ventilaba a los pacientes y creó en el taller de bricolaje que tenía en el garaje de su casa, el primer dispositivo con válvula abierta de presión positiva continua que funciona mientras el paciente respira de forma espontánea, la hoy conocida como CPAP de Boussignac.
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