Cuidados a domicilio: el midline en paliativos

Por Gloria Ortiz Miluy

10 Jun, 2020

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Esta pandemia nos ha confirmado una realidad: el hospital es un lugar para el paciente agudo. Esto no es nuevo, pero ahora nos hemos visto en situación de ponerlo en acto: ahora más que nunca nuestro hogar es nuestro cobijo. La atención sanitaria en domicilio, referida al campo del acceso vascular, es factible. Hoy os cuento un poco de mi experiencia, de la experiencia de María, paciente en cuidados paliativos en casa. 

Una situación conocida en atención domiciliaria

Era un sábado. Ya habían pasado casi tres meses desde el inicio del estado de alarma. María tuvo un diagnóstico de cáncer terminal en febrero de 2020. Fue informada en primera persona, su carácter de mujer fuerte e independiente la ha hecho estar muy presente en el proceso, tomando decisiones. Sus hijos la acompañaron en los días posteriores a su intervención ese mismo mes. Al poco, estalla la pandemia en Madrid y a María le dan el alta a su casa con mal pronóstico, postrada en cama, lúcida, pero sin capacidad para levantarse o moverse. A penas consigue tragar un poco de agua o tomar algo de yogurt. Sus hijos nos llaman. Acudimos a cuidar de su madre, aunque también del núcleo familiar.  

A las pocas semanas, María ya no consigue tragar. Lo único que le calma el dolor estaba pautado por vía oral, por lo que no tenemos manera de darle su tratamiento. ¿Vía subcutánea? Podría ser, pero María tiene fiebres, precisa antitérmicos e hidratación. Aún le queda algún tiempo aquí, aún tiene que cerrar capítulos con su familia y probablemente con ella misma, antes de marcharse. Las fotos de su habitación, todas de viajes realizados, hablan de esta mujer aventurera y valiente que no se va a rendir fácilmente, nos lo confirma su mirada. 

Sus hijos no la dejan sola nunca, pero como cuidadores, les angustia no poder darle agua, un cuidado básico a su entender. “Tal vez, poner agua por vena le vendría bien”, es casi una súplica, es su manera de seguir cuidando a su madre, de aliviarla. María tiene unas venas periféricas terribles “desde siempre” dicen sus hijos: “por favor, no la pinchéis mucho y, sobre todo, que no haya que llevarla al hospital”. María dice que no con la cabeza, y nosotras ya sabemos que es una paciente DIVA… 

Frente a las dificultades aparece una solución: el catéter midline

Ante esta situación (por desgracia no ficticia, por desgracia frecuente en el paciente paliativo en domicilio) se hace indispensable la asistencia a pie de cama, literalmente: en la propia cama de la persona, en su casa, con los suyos. 

Allá que vamos. Las venas profundas de María se dejan ver con el ecógrafo. Tenemos una vena basílica de buen calibre en zona verde. ¡Podemos colocar un Midline! Entre las compañeras celebramos esta opción, la familia tiene dudas. Explicamos en detalle la técnica: indolora, de pocos minutos, con la posibilidad de poder pasar “agua y medicinas con un solo pinchazo”. Acto seguido, comprenden las ventajas y la habitación se convierte en una pequeña sala medicalizada: campo estéril, ecógrafo, cubre sonda, anestesia, máxima protecciones de barrera, … todo para una Seldinger modificada ecoguiada.

Por suerte, contamos con una sonda inalámbrica que nos facilita trabajar en este contexto donde hay que adaptar un cuarto cualquiera a una maniobra de exquisita precisión. María lo hace genial, sus hijos nos ayudan en todo y finalmente, el Midline está en su sitio. Lo hemos conseguido, la punta se observa en línea media clavicular. Un catéter de alto flujo, de 4Fr, listo para ser usado. De inmediato se comienza la hidratación, se pasa analgésico, por fin María se duerme un rato y su familia, se siente más tranquila. 

María falleció a las pocas semanas por la evolución natural de su enfermedad. Siempre duele cuando se nos va un paciente, a la vez que siempre emociona cuando sus seres queridos, llorando, te miran sonriendo y te dan las gracias. 

En plena pandemia, con las restricciones que la misma obliga a observar, con el añadido de la situación delicada de María (tanto física como emocional), pudimos contar con un catéter que nos ayudó a cumplir su deseo: morir en su cama, en su casa, sin dolor, con su perrito Mike a sus pies, con sus cuatro hijos a su alrededor, con sus nietas haciéndole peinados, habiéndose despedido de ella, pudiendo cuidarla con esa “agua que le dieron por vena, con el calor que estaba haciendo ya en Madrid”. 

Reflexión personal

Me planteo como profesional la necesidad de adaptar (casi toda) nuestra actividad al domicilio, hoy posiblemente con más razón que antes.  

Más allá del COVID19, me pregunto si el acceso vascular en el paciente oncológico (o paliativo, en cualquier caso) no viene siendo desde hace tiempo una posibilidad más que plausible, segura, sencilla, útil y práctica. Ya lo es en muchos otros países. Aquí, el Midline fue una opción ideal para tratamiento por vía periférica, de semanas en este caso, con bajo riesgo de trombosis e infección, con alto porcentaje de éxito y satisfacción. Forma parte del algoritmo de elección del paciente en atención extrahospitalaria con este perfil. 

Los datos en la literatura nos hablan de menor estrés para el paciente y para la familia, menor percepción de dolor, durabilidad y seguridad asociadas a ínfimas tasas de complicaciones. La implicación familiar, además, consuela a los allegados, los hace partícipe de las decisiones, incluso que puedan ser nuestros “ayudantes” en ese momento (para abrir un suero o coger la mano de su madre y hablarle durante la inserción del catéter) les hace ser parte integral de ese cuidado tan cercano e íntimo que es la atención al final de la vida. 

El hospital es un entorno emocionalmente hostil, insustituible para algunos procesos, cierto. Mi reflexión (y profunda convicción) es que en el domicilio podemos cuidar, atender, solventar y realizar infinidad de necesidades en un entorno de máxima calidez humana. Este es un ejemplo claro de lo que podríamos llamar el hospital en el domicilio. 

¿Colocar un catéter en casa? Y por qué no 

Al final, ya se sabe: no hay nada como estar en casa.  

Dedicado a María (nombre ficticio para preservar la intimidad), a su familia y a todas las enfermeras que cuidan a domicilio.   

Bibliografía

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Por

Gloria Ortiz Miluy

Enfermera PICC-PORT en Hospital Fundación Jiménez Díaz. Comité Científico WoCoVA. Profesorado GAVeCeLT. Sub-directora del Experto Universitario de Acceso Vascular Ecoguiado UAM-FJD (Madrid).

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