Los accesos vasculares son dispositivos implantados en los pacientes durante el proceso de tratamiento que estos requieren, mediante estos accesos se deriva la administración de fluidos, medicamentos o nutrición; para mejorar la condición de la persona a tratar mediante la inserción controlada de estos.
La elección y gestión adecuadas de los accesos vasculares son cruciales para garantizar un tratamiento seguro y eficaz.
Desde los hospitales, los profesionales deben llevar a cabo un monitoreo y mantenimiento adecuados para prevenir cualquier tipo de complicación, garantizando así la integridad del DAV por el período de tiempo estimado según el tratamiento.
Debemos tener en cuenta que el buen manejo de los accesos vasculares no se queda en eso, sino que también debe buscar la mejora de la experiencia y calidad del paciente.
Un factor crucial en la mejora de la experiencia del paciente es la empatía y la comunicación por parte del personal, proporcionando información clara sobre el procedimiento, y sus posibles riesgos y beneficios. Además, crear un ambiente cómodo y respetuoso en la sala de procedimientos puede tener un impacto positivo en la percepción general del paciente.
En este artículo enfocado a la humanización de los accesos vasculares, Gabriela Jorva, paciente oncológica con nutrición parenteral; nos cuenta su experiencia como paciente desde dos visiones diferentes: Argentina y España, para poder comprender la importancia de la correcta transmisión de la información y cuidados de los profesionales a los pacientes.
“Cuando ves que alguien puede, sabes que también vas a poder. Y así ha sido
SUPERANDO FRONTERAS Y DIAGNÓSTICOS: LA TRAVESÍA DE GRABIELA COMO PACIETNE ONCOLÓGICA
Soy paciente oncológica desde hace más de 20 años, actualmente resido en España, aunque soy de Argentina y allí fue donde viví toda la primera etapa de tratamientos.
En 2004 me dieron el primer diagnóstico de cáncer de colon, este fue duró, pero lo superé y simplemente tuve que seguir con los exámenes de control para ver que este no volvía a aparecer, lo que yo no sabía sería que mi vida se paralizaría unos años después, y no por la pandemia, como le sucedió a el mundo entero, si no por un nuevo diagnóstico sumado a la situación de mi país, Argentina.
2019: EL AÑO EN EL QUE TODO EMPIEZA
En uno de los exámenes de control, los médicos vieron un pólipo plano y la decisión consensuada por mis antecedentes fue extirparlo mediante cirugía, una cirugía que salió mal y la que casi me lleva a la muerte por una bacteria intrahospitalaria.
Aquí tengo contacto primero con un catéter PICC, que me insertan de urgencia para infundirme antibiótico por vía intravenosa y poder eliminar la infección por bacteria.
Tras solucionar esta situación, me dieron el alta y me retiraron el PICC, tras esta extracción y mi vuelta a casa se dieron cuenta que el intestino remanente no absorbía ni nutrientes ni agua, por ello desde entonces y hasta día de hoy vivo con nutrición parenteral y aquí es donde empezó mi encierro.
PICC: SEGUNDA TOMA DE CONTACTO Y ¿FIN DE MI VIDA?
Como ya era de esperar perdí peso, mi organismo no funcionaba correctamente y me tuvieron que ingresar para infundirme nutrición parenteral con un segundo PICC, ahora me lo insertarían en el otro brazo.
En Argentina si llevas nutrición parenteral estás condenado a renunciar a tu vida, allí esta situación no se considera como crónica y por tanto no tienes acceso por tu propio pie al tratamiento pertinente, dependes de la sanidad, simplemente con la diferencia de que el encierro pasa de un hospital a tu casa, viviendo 24/7 entre esas cuatro paredes y sujeta a un palo de gotero que es lo que te mantiene con vida, pero ¿eso es vivir?
Me tocó vivir así desde marzo de 2029 hasta noviembre de 2021, y me percaté de que aquello no era vida para una persona, depender de un servicio de enfermería a domicilio sin autonomía, y tampoco podía ver cómo la vida de los que estaban a mi alrededor también se mermaba por mi propia situación y la ayuda inexistente de un país.
“Estás internado en tu casa, no puedes tener una vida”
Por suerte para mi situación, en la pandemia cambiaron el protocolo de actuación, pero en ese mismo instante es cuando te hacen responsable de tu vida sin tener nociones de enfermería y te hacen firmar un consentimiento de manipulación del PICC y las responsabilidades que tu coges al realizarlo.
Mi enfermero dejó de venir por mi riesgo a contraer COVID y es el único momento en el que yo dispongo de nutrición parenteral en mi propia casa para administrarla. En Argentina no existen las alargaderas para este tipo de situaciones y por ello no existe la posibilidad de auto conexión, ahora dependía de mi marido para el tratamiento. Tras esta situación mundial, empiezo a conocer por RRSS la historia de una persona que ha conseguido viajar y llevar una vida con mi misma situación.
La nutrición parenteral dejaba de ser un impedimento y la pandemia me hacía coger ventaja, que triste que se tenga que paralizar el mundo para que varíe la burocracia de un país y te deje tomar las riendas de tu vida.
“A mí me operaron del intestino, no del cerebro”
Esta fue mi frase cuando vi que podía tomar las riendas de mi propia vida sin depender de nadie, y en un viaje revelador a España poder conocer las técnicas de aquí y esa nueva vida que me esperaba.
Como las políticas estatales de no importación no permitían trasladar el material de España a Argentina, vi que mi vida solo iba a ser mía si me mudaba de país.
DEJAR TODO ATRÁS
Mi marido y yo nos embarcamos en esto dejando nuestras vidas atrás, fue duro porque los médicos de allí no apoyaban esta decisión y no me facilitaron la nutrición necesaria para el viaje, así que la hice sin nada, solo con las pocas reservar de mi organismo.
Cuando llegué a España fui a por todo lo necesario para mi supervivencia y mi primer contacto con el hospital una vez instalada aquí fue porque el PICC se había roto, este sería el cuarto PICC que llevaría en 32 meses, pero sería la primera vez que me lo insertarían con solo un día de espera y no con un mes como sucedía en Argentina, donde me provocaron una bajada del 15% de mi peso en las dos ocasiones en las que me cambiaron el catéter en menos de diez meses por el control y mantenimiento nulos que estos tienen allí.
“Aquí puedo tener una vida, con control e independencia de la mano, pero prima mi autonomía”
Esta es mi historia, una situación dura, pero una historia de superación.
La vida de Gabriela empezó a cambiar con su llegada a España, es importante tener presente la importancia que tiene una buena comunicación de la situación y sobre todo hay que tener muy presente siempre el impacto que puede tener un dispositivo de acceso vascular en la vida de alguien.
Si queréis conocer su historia al completo no os podéis perder la ponencia que nos ofrece Gabriela Jorva el próximo 1 de febrero en conmemoración del World Cancer Day, aquí en nuestro apartado de formación.
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