El primer gran ginecólogO
La neonatología es considerada una especialidad nueva dentro del área médica. Se proclamó como tal en 1960 , sin embargo, los primeros pasos en esta rama de la salud datan de hace más de 2.000 años.
Nos adentramos en el siglo I D.C, durante el reinado de Adriano y Trajano en la ciudad de Éfeso (en la actual Turquía). Allí, Sorano, se preparaba para viajar hasta Alejandría donde comenzaría sus estudios en medicina para convertirse, así, en el primer perinatólogo de la historia, padre de la obstetricia y de la ginecología.
En Roma, donde ejercería la profesión, se dedicó, principalmente al cuidado de la madre del niño. En su tratado Gynakeia (Ginecología), un trabajo revolucionario, el más importante de la época sobre las enfermedades de la mujer, dedicó un capítulo a los cuidados durante el parto. En este episodio, Sorano de Éfeso enfatizaba la importancia de reconfortar a la madre física y psicológicamente. También, mencionaba que algunos de los niños que nacían a los 7 meses de embarazo podrían sobrevivir.
Sus recomendaciones de cómo limpiar y reanimar al recién nacido fueron revolucionarias en su tiempo y todavía se practican en la actualidad (1).
Prematuros, mitad bestias
Durante los siglos siguientes el desarrollo de la especialidad de la neonatología fue prácticamente nulo. En el siglo XVII, los escritos y observaciones narran el parto como una experiencia temible que acarreaba muchas muertes maternas y donde la supervivencia de los prematuros era mínima.
En 1733 Calder registró los dos primeros casos de atresia duodenal en recién nacidos por la oclusión de este. Este registro fue publicado en la revista “Journal of Medical Essays”. Sin embargo, no fue hasta el siglo XIX cuando empiezan a registrarse las primeras referencias a patologías neonatales (2).
A pesar de que en el inicio de siglo existía una opinión pública contraria al desarrollo de la especialidad neonatal y en especial hacia los prematuros quienes eran considerados “monstruos mitad humanos y mitad bestias, sin derecho a heredar de sus padres”, el estudio de la neonatología comenzaba a atraer al mundo científico (1).
Este interés se vio favorecido por el contexto de la época. La industrialización y la toma de conciencia de las clases obreras favorecieron el protagonismo social de las mujeres y la infancia empieza a entenderse como un valor y no como un problema (3).
En 1802, tras la revolución francesa, se funda el primer hospital de niños de la Historia, “L’Hôpital des Enfants Malades”(4). Su repercusión propulsó la expansión de los primeros hospitales especializados en Europa, como el “Royal Infirmary for Sick Children” en Londres (2). En España, no llegaría el primer hospital infantil hasta 1877, con la inauguración del Hospital del “Niño Jesús” en Madrid, dirigido por Mariano Benavente González, considerado el primer especialista pediátrico español (3).
Los padres de la neonatología
También en Paris, en 1814 el convento de Port Royal fue transformado en un área de Maternidad. Entre sus funciones estaba, principalmente, el cuidado post parto, pero contaba con un pabellón especial destinado a la atención de recién nacidos. Esta organización contaría, al mando, con los mejores profesionales de la obstetricia francesa, Stephane Tarnier y su alumno Pierre Budín, con el impulso de los cuales se producirían los mayores avances de la neonatología (4).
En 1880, Tarnier crea la primera incubadora cerrada con la que se logró mejorar hasta el 62% la tasa de supervivencia de los recién nacidos. Su interés por la creación de medidas antisépticas e higiénicas durante el parto ayudó a la reducción de la mortalidad por sepsis. Se le atribuye, también, la utilización de oxígeno en prematuros y la nutrición mediante sonda orogástrica.
Budín dedicó especial atención al estudio de los recién nacidos. La importancia de la estadística y de la recogida de datos le permitió identificar los patrones de crecimiento normal y la edad gestacional. Observó la relación entre la temperatura y la mortalidad neonatal e hizo diversas publicaciones acerca de los cuidados sobre el cordón umbilical y sobre la importancia de la lactancia materna para prevenir la diarrea infantil (2).
En 1905, Pierre Budín publica su libro “Le Nourrisson” en el que, tras su experiencia al cuidado de prematuros en Port Royal, se sientan las bases de los cuidados de enfermaría para neonatos (2). Por otra parte, en Londres, la revista Lancet publica su artículo “El uso de la incubadora para niños” donde se realiza una revisión a la historia del invento ejecutado por su maestro y describe 2.534 muertes de niños prematuros por la falta de esta máquina. A partir de la publicación, la construcción de incubadoras se impone como una obligación en la medicina (4).
La medicalización infantil
Los diferentes avances y estudios sobre la medicalización de los niños promovieron la investigación y el debate de diversos temas relacionados con el cuidado de la infancia (3).
- Promoción de la lactancia materna. Se produce el desarrollo de la alimentación láctea artificial. Rotch, el primer profesor de pediatría de Harvard, publica sus fórmulas de alimentación y disolución de la leche según la edad del niño.
- El desarrollo de la antropometría facilitó la medicalización de los cuidados de la infancia.
- Fisiología del crecimiento durante la infancia, en especial, el metabolismo energético.
El nacimiento de la neonatología moderna
A partir de este momento la neonatología empieza a adquirir gran popularidad. La atención de los recién nacidos se convierte en una prioridad de matronas y obstetras y comienzan a desarrollarse áreas especializadas en los hospitales para el cuidado de neonatos enfermos (3). El siglo XX es el periodo en el que la neonatología ha progresado más rápidamente: avances en los diagnósticos, desarrollo de la tecnología, mejora de la supervivencia… (1)
No obstante, la neonatología moderna no nace hasta 1914 con el impulso del Dr. Jullius Hess. El Dr. Hess publicó en 1922 su primer libro: Premature and congenital diseased infants, con el que se sentaron las bases de los cuidados neonatales. En este libro, Jullius Hess describe al prematuro como “un recién nacido que nace antes del tiempo normal de duración del embarazo”. Una concepción muy diferente a la que se tenía anteriormente del prematuro que, recordamos, era considerado una bestia (1).
Hess continuo con el trabajo empezado por los profesionales franceses Tarnier y Budín e introdujo mejoras en la incubadora, añadiendo al modelo existente, la administración de oxígeno y la regulación térmica mediante electricidad. Prestó especial atención a la esterilidad de los cuidados fomentando el uso de batas y gorros para la prevención de infecciones y aunque, Budín ya había descubierto las ventajas de la lactancia materna, Hess apostó por la alimentación artificial administrada mediante sonda o goteros (2).
Su legado benefició a la fundación, en 1933, de la Academia Americana de Pediatría la cual amplía la definición de prematuro a “el nacido con menos de 2.500 gr.” (1).
Entre las décadas de los cuarenta y cincuenta se produce una unificación de los criterios en los cuidados de los prematuros. Virginia Apgar hizo una gran contribución en la valoración del recién nacido mediante el desarrollo de un método basado en cinco parámetros: frecuencia cardiaca, tono muscular, esfuerzo respiratorio, respuesta refleja y color. Una valoración que hoy día se sigue utilizando bajo el nombre de escala Apgar (2 ).
La revolución
Los años 60 suponen una verdadera revolución en la especialidad de la neonatología. Alexander Shaeffer usa por primera vez el término neonatología en su libro “Enfermedades de recién nacidos”. El reconocimiento y creación de la especialidad de la neonatología supuso la puesta en valor de los recién nacidos. Se comprendía, por fin, que los neonatos debían ser tratados y que requerían de una atención especial que los diferenciaba de los niños de otras edades (1).
En esta época comienza a desarrollarse la cirugía neonatal, la cual ha ido evolucionado hasta lograr poder practicar cirugía intrauterina (4,5). Pero, además, fue un período muy importante en el desarrollo de las Unidades Asistenciales Neonatales. Se introdujo la monitorización, la alimentación mediante sonda mejoró y se incluyeron los aportes nutricionales y la alimentación intravenosa completa. Llegó el TAC, las ecografías, las resonancias magnéticas, el control mediante la pulsioximetría y la oxigenación extracorpórea (2)
En el año 1967 el Colegio Americano de Ginecología y Obstetricia reconoció la necesidad de estrechar las relaciones entre obstetras y neonatólogos para reducir la morbilidad perinatal (4). Paralelamente, en España, el desarrollo de las subespecialidades pediátricas fue equivalente al desarrollo de la Pediatría Hospitalaria de Seguridad Social. Hasta este momento, los pediatras se centraban en la atención y cuidado globalizado de la infancia y requería de colaboración de especialistas hospitalarios de otras ramas para resolver problemas específicos (3).
Las últimas décadas han supuesto una verdadera revolución en el mundo de la neonatología. Pero sin duda, en el presente se platean retos todavía más motivadores. ¿Quieres conocerlos? No dudes en leer nuestro artículo: La familia: la nueva protagonista de la neonatología.
Bibliografía:
(1) del Moral, T., & Bancalari, E. (2010). Evolución de la actitud frente al recién nacido prematuro. Retrieved from http://sccalp.org/documents/0000/1648/BolPediatr2010_50_supl1_39-42.pdf
(2) Heras, R. (2015). Evolución de la aplicación de los cuidados básicos en neonatología. Retrieved from https://biblioteca.unirioja.es/tfe_e/TFE002072.pdf
(3) Zafra, M., & García, V. (2015). Historia de la Pediatría en España. Retrieved from https://www.pediatriaintegral.es/wp-content/uploads/sites/7/2015/xix04/01/n4-235-242_20anivers-PI.pdf
(4) Breve Historia de la Neonatología | neoenesquemas. (2017). Retrieved from https://nicollefder.wixsite.com/neoenesquemas/single-post/2017/07/10/Breve-Historia-de-la-Neonatología
(5) Soler, W. Servicio de neonatología. Retrieved from http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/williamsoler/ucin.pdf
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